Lunes, 25 de noviembre de 2024

Editorial: Equipo de Coordinación de Género

“No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”. Simone de Beauvoir.

Hoy es 25 de noviembre, una fecha cara para quienes desde distintos lugares intentan visibilizar y combatir la violencia hacia las mujeres. Un 25 de noviembre que nos recuerda tres mujeres, las hermanas Mirabal, activistas políticas asesinadas por el régimen de Trujillo en República Dominicana, este fue el hito para esta conmemoración y decisión de recordar, y actuar en consecuencia, poniendo en evidencia que la violencia hacia las mujeres es estructural, no es producto de hechos accidentales sino sistemáticos (foto 1). El movimiento feminista a lo largo y a lo ancho del mundo se establece efemérides, fechas, que nos invitan a pensar la desigualdad, a pensar un sistema de opresión estructural que tiene como última expresión, o expresión más violenta los femicidios. Así también el 3 de junio de 2015 se marchó en todo el país, con organización espontánea, en repudio al femicidio de Chiara Páez una niña de 14 años en manos de su novio. Fechas que se convirtieron en un grito contra la violencia, para reclamar una mayor presencia del estado a través de políticas que eviten lo evitable. (foto 2). No morimos, nos matan. Los números de víctimas de violencia machista son escabrosos. Sin embargo, los femicidios, y la violencia física son sólo el aspecto más visible de una violencia sistemática. No es producto de varones enfermos mentales, sino que es algo que se enseña y aprende sistemáticamente. El Estado debe intervenir con políticas públicas eficaces, no se puede desentender de las problemáticas que afectan en acto o en potencia la mitad de la población.

Hoy el gobierno nacional trata de plantear nuevamente que la violencia no tiene género, que la violencia es transversal, como si nosotras no supiéramos que la violencia habita en todos los espacios, pero también sabemos que hay una violencia que es específica, que actúa con dinámicas distintivas, y que es la violencia por razones de género, que tiene que ver con el lugar que estructuralmente ocupamos en la producción y reproducción de la vida. Sabemos, no hace falta que nos cuenten, que ese lugar nos deja en una posición de vulnerabilidad que nos impide escapar de los círculos de violencia, que nos impide tener los recursos necesarios para garantizarnos seguridad en todos nuestros planos, físicos, psíquicos, etc. Hoy nos quieren hacer creer que eso no existe.

 ¿Cómo nos sacamos los lentes violetas que describe Gema Lienas, que nos hacen mirar las desigualdades y ser feministas? Dicen que es irreversible, y así lo creemos.  Ponernos los lentes violetas nos permitió ver las desigualdades y actuar en consecuencia. Hablar con nuestras amigas, hermanas, compañeras, madres e hijas, y organizarnos para salir a realizar demandas concretas al Estado, entendiendo que era la única vía para torcer nuestros destinos. ¿De qué manera sino hubiésemos logrado la ley del divorcio vincular, las políticas de salud sexual y reproductiva, la ley de aborto, ambas producto del debate acerca de la maternidad como producto de una decisión y no de una gracia divina, políticas de protección ante casos de violencia de género, y un largo etcétera? No hay otra vía y lo sabemos. Poner cada uno de estos temas fue una victoria que debemos poner en valor más allá de lo perfectible de las políticas públicas.

La industria minera no está exenta de todas estas violencias, y se ve aún más exacerbada ya que es una industria altamente masculinizada. Es por ello que desde ASIJEMIN trabajamos y reclamados la visibilización de todas estas violencias, y la creación de herramientas para combatirlas. Y no solo hablamos de la violencia física o sexual, si no la poca inserción de las trabajadoras en los puestos laborales y sobre todo el escaso y casi nulo acceso a carreras profesionales y puestos de decisión, siendo esto violencia institucional.

Hoy a cada hora escuchamos cuestionamientos y un vapuleo constante de cada uno de los debates que consideramos saldados. Un discurso de odio y resentimiento se adueña de la escena y las mujeres, y nuestros derechos conquistados, nos quieren encerradas, calladas e invisibles. Eso es parte del proyecto reaccionario que requiere trabajadores y trabajadoras sin derechos y desmovilizados, señalados como parásitos del Estado, mientras se nombra héroes a los capitalistas que se enriquecen cada vez más.

POR ESO ESTE 25N DECIMOS:

BASTA DE VIOLENCIA POLÍTICA Y MACHISTA

POR INFANCIAS LIBRES Y SIN VIOLENCIAS, APLICACIÓN DE LA LEY DE ESI

SIN ESTADO NO HAY DERECHOS, Y SIN TRABAJADORES NO HAY ESTADO